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domingo, 6 de noviembre de 2016

VOLVER A EMPEZAR...

Empezando desde cero... una vez más


Estar en camino hacia lo que buscamos, sintiendo a veces, que el trayecto está cambiando, el escenario se transforma y nos encontramos de un momento a otro, yendo cuesta arriba. Qué ocurre en nuestro interior, cuando las dificultades nos ponen aprueba.

Aunque creemos no estar preparados, de una forma u otra, logramos enfrentar cada desafío. algunas veces nos sentimos vencedores y otras, apenas sobrevivientes, pero seguimos en camino.
Sin embargo, en un instante, todo puede desaparecer. Sentir que caemos como en un "acarreo" de montaña, deslizándonos más y más al fondo, eso sí que duele!
Así puede llegar un nuevo tiempo, con grandes comienzos, estar atentos y optimistas puede ser la mejor forma de resolver lo que se avecina.

Otra vez sin empleo



Como si fuéramos piezas de un misterioso juego, un día nos vemos movidos fuera del tablero. Una sociedad que fue gestada por humanos, pero que da pocas muestras de humanidad, nos puede desterrar de ese territorio donde nos sentíamos cómodos, o por lo menos, ya nos habíamos adaptado.
Como niños sentados en la vereda, desolados y furiosos, tardamos un tiempo en recomponernos.
Hay que volver a empezar, nos decimos, forzando a la voluntad, quebrada. Volver a buscar donde encajar, volver a encontrar una fuente de sustento.
Y emprendemos el viaje sin más reflexión. Hay que encontrar empleo, otra vez y van... Las cuentas no esperan, la familia tampoco.
Salir a buscar, hacer colas, enviar currículums, guardar en un bolsillo la desesperación y el apuro, y siempre sonreír, esperando ser llamados, sorprendidos con algo de buena suerte.
Cuando al fin pasamos la gran prueba de la primer entrevista, comienza la tarea de encajar en el grupo de trabajo, no sabes quién es buena persona, quién será de cuidado, no conoces su carácter, no sabes si bromear o callar, si el trato será formal o familiar. En fin, no sabes nada, y aún así debes insertarte lo mejor posible en este nuevo ámbito.
Es común sufrir de insomnio durante esta etapa, es fácil angustiarse, volverse inusualmente torpe, hasta que la angustia desaparezca y comencemos a funcionar con normalidad. Paciencia, contigo mismo y con los demás; hasta comprender qué es lo que se espera de tu tarea, es mejor relajarse, prestar atención y respirar profundo. Los primeros dos meses son cruciales, tómalos con calma, pero demuestra tu voluntad y eficiencia en cada oportunidad, no generes conflictos, sé amable y solidario con tu entorno laboral. Recuerda que cada minuto puedes estar sembrando años de seguridad laboral y económica, o por el contrario... volver a empezar una vez más.



Otra vez de mudanza



Los inquilinos crónicos conocen la sensación de angustia que produce el término de un contrato de alquiler llega a su fin. teníamos un vecindario, un negocio o dos de confianza, vecinos estimados, nuestro pequeño jardín, una mascota, que también debió adaptarse...
Nos acostumbramos a nuestra habitación, los colores, los olores de una casa que jamás fue nuestra, y sin embargo la sentimos de esa manera.
La energía de la familia, los amigos, los cumpleaños, cien fotos que nos recordarán siempre este lugar.
Buscar y buscar en periódicos, preguntar a todos los que conocemos, nos obsesionamos con cada cartel, cada dato. 
Empiezan a llegar las opciones, visitamos varias, descartamos muchas, y al  final, si las condiciones resultan posibles, si el precio es accesible y logramos cumplir con todos los requisitos, excesivos e incluso ridículos, que nos imponen los propietarios... Nos mudamos...
Primero hay que reunirlo todo, conseguir las cajas, clasificar, guardar, etiquetar e intentar recordar donde pusimos cada cosa. Si la familia es numerosa, vaya tarea!, donde guardar tanta ropa, juguetes, y mil cosas más.
El traslado, con todo el estrés que supone, puede implicar cierta tranquilidad, al haberlo resuelto.
Luego, la gran tarea de ubicar cada cosa en su lugar, adaptarse al nuevo espacio, reconocer el vecindario, las nuevas caras, los comercios de la zona...

Alcances del estrés de una mudanza



La mudanza, o inestabilidad domiciliaria, es la quinta causa de estrés, luego de la guerra, la muerte de un ser querido, una separación dolorosa, y el trauma de una violación. 
En los niños más sensibles, los cambios de domicilio constantes cada dos o tres años, pueden producir enuresis, asma, psoriasis, miedo, insomnio, depresión, retraimiento, problemas de adaptación leves a severos, enfermedades del sistema inmune, etc. Es lógico que estés muy ocupado con los cambios, pero dales un tiempo a los niños, ayúdales a vivir el traslado de una manera amena, no les grites, ni quieras que ordenen inmediatamente, déjalos investigar los nuevos espacios y divertirse un poco. Necesitarán un lapso de tiempo antes de acomodar sus emociones.
Tómate tu propio tiempo, ordena las cosas escuchando música tranquila, limpia bien antes de instalarte, enciende algún sahumerio, si te agrada, busca la forma de recuperar la alegría, de disfrutar de lo nuevo. Invita a la familia a recorrer el nuevo barrio, procura que la experiencia se vuelva una aventura.
Recuerda también a tus mascotas, ellas sienten el cambio de una manera extrema, debido a su instinto de supervivencia, precisan recuperar el control sobre el territorio. Los gatos y los perros suelen estresarse severamente, algunos pierden el pelo, se deprimen, sufren trastornos intestinales. Además, posiblemente se encuentren con los olores territoriales de otras mascotas que vivieron en la casa, y un entorno que durante el primer tiempo les resultará hostil. 
Es importante permitir a las mascotas demarcar su territorio, seguramente orinarán y defecarán en lugares poco usuales, ten paciencia, pronto recuperarán su equilibrio y volverán a ser educadas y controlables.

La separación... volver a empezar



Cambiar de empleo, mudarse a otra casa... son motivos de estrés y angustia, pero terminar con una pareja, resulta uno de los cambios más traumáticos, que puede vivir un ser humano.
A través del tiempo, cuanto mayor es el tiempo, más profunda puede ser la crisis, nos habituamos a una persona, nuestro compañero, quien se acuesta junto a nosotros. Aunque siempre nos quejamos, sabemos de sus costumbres, agradables o no, de sus manías, de sus caricias, de su forma de hacer el amor. Es decir, reconocemos al otro, como parte de la manada.
La separación puede ser el resultado de una gran crisis, severos conflictos, o tal vez, resulte sorpresiva y por ello, nos encuentre desprevenidos. Puede ocurrir que uno de los dos desee la separación y el otro se embarque en los mil intentos de reconstruir lo que ya se ha roto.
En cualquier caso, y para los dos protagonistas principales (las familias y amistades de cada uno, así como los hijos en común, también se verán afectados) siempre será un tiempo de profundos cambios, dolorosos y difíciles de sobrellevar.
Así como debemos embalar nuestras cosas para mudarnos, así se guardan los recuerdos de un proyecto de amor que terminó. El vacío inicial, suele acarrear estados emocionales que nos inundan el alma como un tzunami. Disimular solo postergará la inevitable catarsis, dedicarse a llorar siempre quita peso, pero existe el riesgo de sumergirnos  en un mundo de lamentaciones y estados lastimosos de depresión. 
No podemos dar a este momento un tono exagerado de tragedia, porque en el fondo sabemos, que todo pasará. No necesitamos torturar a cuanto amigo y conocido se nos cruce, conservemos la dignidad y miremos adelante.
Aunque lo hayamos comparado con una mudanza, no lo es, no debemos saltar de una cama a otra inmediatamente, ni salir a apagar el fuego de la soledad de cualquier manera y sin criterio. Si lo hacemos, podríamos acabar más tristes, más vacíos y seguramente, patéticos.
Si hemos caído, no podemos salir corriendo a menos que antes, nos paremos en nuestros pies. Por eso es necesario, aprender primero a prescindir de quien ya no está en nuestra vida. Darnos tiempo, asimilar, digerir lo que ocurrió, evaluar los daños, los errores y preservar solo lo mejor.

Volver a empezar puede ser lo mejor

Si observamos estos tres casos, en que se debe recomenzar desde cero, veremos que no es tan malo después de todo. Lo nuevo puede abrir mejores caminos, volver a permitirnos soñar. A veces el tiempo no nos permite valorar, disfrutar lo que nos rodea. Cuando lo perdemos, nuestra escala de valores y de prioridades se "refresca", es como recargar una página en el ordenador, porque se ha puesto lenta y pesada.
Lo que nos ocurre, siempre es producto de nuestras propias acciones, pensamientos y emociones, así que evitemos señalar y culpar a otros por lo que nos ocurre. Hacernos responsables, nos permite tomar el control de lo que está por venir, corregir el rumbo, atraer solo lo que queremos y no lo que detestamos. Lamentarse es aferrarse, y aferrarse es quedarse en el pasado.


Emprender una nueva etapa podría ser la oportunidad de vivir mejor, elegir mejor nuestro trabajo, nuestro hogar y vecindario,  y también la compañía. Todo cambio es, en realidad, oportunidad. 

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