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jueves, 30 de marzo de 2017

Mi cisne blanco



Los atardeceres a veces se muestran fabulosos, con golpes de fuego y turquesa. A veces son claros y no abandonan al sol hasta el último instante. Sin embargo, los últimos han resuelto mostrar sus mejores grises y ocultar la luz sin piedad.
Por qué estoy dibujando así mis cielos?  Será que mis ojos ven más por dentro que por fuera?
Mi sombra. Quiero amarla, degustarla, olerla, y después, abrazarla. Mi sombra… pero me ama más que yo, me asfixia con su abrazo y con su herrumbre me vuelve antigua.
Veo el goce de otros. No he visto el mío. Veo a los otros, yo no me veo.
Así me voy destiñendo. Y los atardeceres me reflejan. Gris.
Me quedo con las ganas. Mis tremendas ganas de disfrutar, mis ganas de cambiar, de sentir valor y salir por fin, de esta cápsula endiablada, repleta de fantasmas.
Me quedo con las ganas de viajar, cagarme en todo y zarpar. Mis viejas ganas, mis ganas ya viejas.
El reloj dejó caer demasiada arena. Y se escurrió frente a mis ojos. Nada qué hacer.
Ahora los médanos me rodean mientras más arena cae y cae. Y cae.
Afuera el tiempo es diferente. Los fabricantes de tiempo gozan sus bondades.
Tendré tiempo de cambiarlo todo, desde sus cimientos?  Tendré fuerza para combear paredes? Tendré ganas de volver a empezar?
Volver a empezar… una vez más y van…
O me recuesto y espero la siguiente vida. Si tengo suerte recordaré que en ésta no me fue muy bien. No lo hice nada bien.
Lo que pienso, lo que siento, lo que hago, lo que enfermo, lo que sano… todo merece una exquisita atención!!! Tanto trabajo y yo tan cansada.
Cuándo seré capaz de encontrar en mi al cisne blanco, cuándo la belleza me iluminará por dentro. Cuántos mediocres ancestros faltos de luz opacaron mis destellos y me condenaron, y nos condenamos a ser eternos patos feos.
                                                                                                    Estrella


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