Los atardeceres
a veces se muestran fabulosos, con golpes de fuego y turquesa. A veces son
claros y no abandonan al sol hasta el último instante. Sin embargo, los últimos
han resuelto mostrar sus mejores grises y ocultar la luz sin piedad.
Por qué
estoy dibujando así mis cielos? Será que
mis ojos ven más por dentro que por fuera?
Mi sombra. Quiero
amarla, degustarla, olerla, y después, abrazarla. Mi sombra… pero me ama más
que yo, me asfixia con su abrazo y con su herrumbre me vuelve antigua.
Veo el goce
de otros. No he visto el mío. Veo a los otros, yo no me veo.
Así me voy
destiñendo. Y los atardeceres me reflejan. Gris.
Me quedo
con las ganas. Mis tremendas ganas de disfrutar, mis ganas de cambiar, de
sentir valor y salir por fin, de esta cápsula endiablada, repleta de fantasmas.
Me quedo
con las ganas de viajar, cagarme en todo y zarpar. Mis viejas ganas, mis ganas
ya viejas.
El reloj
dejó caer demasiada arena. Y se escurrió frente a mis ojos. Nada qué hacer.
Ahora los
médanos me rodean mientras más arena cae y cae. Y cae.
Afuera el
tiempo es diferente. Los fabricantes de tiempo gozan sus bondades.
Tendré tiempo
de cambiarlo todo, desde sus cimientos? Tendré
fuerza para combear paredes? Tendré ganas de volver a empezar?
Volver a
empezar… una vez más y van…
O me
recuesto y espero la siguiente vida. Si tengo suerte recordaré que en ésta no
me fue muy bien. No lo hice nada bien.
Lo que
pienso, lo que siento, lo que hago, lo que enfermo, lo que sano… todo merece
una exquisita atención!!! Tanto trabajo y yo tan cansada.
Cuándo seré
capaz de encontrar en mi al cisne blanco, cuándo la belleza me iluminará por
dentro. Cuántos mediocres ancestros faltos de luz opacaron mis destellos y me
condenaron, y nos condenamos a ser eternos patos feos.
Estrella
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